Teresa nos cuenta que durante su juventud participaba en diferentes grupos
sociales de la ciudad y de la Universidad Católica, como ser la pastoral
social. En ese contexto comenzó a integrar grupos contra la dictadura de
Stroessner. Recién con la apertura
democrática pudimos ejercer nuestro derecho a militar y hacer campaña
proselitista, porque antes de febrero de 1989 nuestras actividades y reuniones
eran clandestinas. Todo era prohibido, los festivales, reuniones con amigos,
todo. Entonces, a modo de protesta, hacíamos pintatas alusivas a la libertad de
pensamiento, de reunión y contra tres cosas: el sistema, la opresión y el
tirano.
María Teresa recuerda que en esos años se trabajó mucho en la formación de
ciudadanía, no solo en cuanto a acceder a
un puesto político sino al ejercicio del mismo, a la participación política de
las mujeres, que desde esos años ya hablábamos de la necesidad de que las
mujeres incursionaran en la política de nuestra ciudad.
Trabajar en esos años, la igualdad de género fue muy difícil porque trabajábamos también la parte ideológica de los partidos porque anteriormente no nos juntábamos las mujeres de todos los partidos, como se da ahora. Y esos cursos de participación hicieron que nos entendamos más y generará una sociabilidad entre nosotras, la dictadura hizo que no fuera así y teníamos que romper con ello.
Trabajar en esos años, la igualdad de género fue muy difícil porque trabajábamos también la parte ideológica de los partidos porque anteriormente no nos juntábamos las mujeres de todos los partidos, como se da ahora. Y esos cursos de participación hicieron que nos entendamos más y generará una sociabilidad entre nosotras, la dictadura hizo que no fuera así y teníamos que romper con ello.
Antes de ser concejala municipal, Teresa pasó por todos los cargos de
responsabilidad partidaria, se desarrolló en la juventud, en el grupo de
mujeres, fue convencional y presidenta del comité a nivel distrital. Sobre todo ese proceso, ella comenta que vi que los hombres que se candidataban no tenían
la misma fuerza que las mujeres y fue ahí que decidí ser candidata a concejala.
No fue fácil porque en aquella época era muy joven, pero tenía liderazgo y formé
mi propio equipo de trabajo.
Injurias y calumnias
Durante todo el tiempo que fue concejala municipal, Teresa no tuvo
problemas con sus compañeros concejales, pero sí con un miembro de su partido
quien realizó una serie de comentarios mentirosos y maliciosos contra la
concejala. Ella recuerda que en la
política, yo no estoy de acuerdo contigo y los ataques son personales, no sobre
tu rol como en mi caso, de concejala. La violencia política siempre existió y
desde siempre se ha creído que la mujer que va a hacer trabajos fuera es porque
buscaba algo fuera de su casa, todo esto por la cultura machista imperante en
nuestro país.
María Teresa tiene muy presente episodios que vivió como concejala ya que
fue víctima de reiteradas calumnias y ataques a su imagen y a su persona. Fue
tan violento el trato que recibió que decidió poner una denuncia en contra de
esta persona. Sin embargo, la justicia también es temerosa y ella nos cuenta
que lo peor de todo es que los jueces no
querían sancionar porque era en un contexto de política y en este campo, vale
todo. Esto fue algo muy agotador.
Para la periodista política del diario Última Hora, Estela Ruíz Díaz Paraguay sufre del cáncer de la naturalización de la violencia en todas sus formas y grados posibles. Es tanta la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la indolencia en la gestión pública, heredadas de la dictadura, que la democracia consolidó en grados más perversos. Es parte de la epidermis de una sociedad cada vez menos paciente, pero que aún no se sacude con la fuerza para despertar de esa hipnosis colectiva y coaccionar a las autoridades a corregir rumbos.
Para la periodista política del diario Última Hora, Estela Ruíz Díaz Paraguay sufre del cáncer de la naturalización de la violencia en todas sus formas y grados posibles. Es tanta la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la indolencia en la gestión pública, heredadas de la dictadura, que la democracia consolidó en grados más perversos. Es parte de la epidermis de una sociedad cada vez menos paciente, pero que aún no se sacude con la fuerza para despertar de esa hipnosis colectiva y coaccionar a las autoridades a corregir rumbos.
El proceso que enfrentó María Teresa en la justicia duró siete años y la
instancia fue llevada hasta la Corte Suprema de Justicia. Todo esto fue vivido
mientras Teresa ya era concejala municipal y según sus palabras fue un proceso
muy duro no solo por el tiempo que se tardó en hacer justicia sino que también
el desgaste que significaba llevar ese proceso y limpiar su imagen.
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