María Bertilda Torres, más conocida
como Berta comenzó a trabajar activamente en su distrito como presidenta de
comisiones vecinales, de comisiones escolares y de la iglesia, donde desempeñó
un trabajo social por más de 10 años. En las elecciones de 2015 se candidató por
el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) para concejala municipal del
distrito de Edelira, Departamento Itapúa, ganando una banca.
Sobre sus intenciones para la
reelección del 2020, nos manifestó que “está
muy fuerte la presión política contraria. No quiero salir de la política,
porque es un trabajo que me gusta hacer, nace del fondo de mí. Pero nosotras
las mujeres tenemos muchos puntos en contra, experiencias muy fuertes en la
política que nos hace difícil poder decidir si seguimos o abandonamos. Así que,
estoy viendo cómo se desarrolla este último tramo de mi gestión”.
Sobre su experiencia, le
consultamos cuáles fueron los hechos que le tocó vivir y que ella los considera
difíciles para el ejercicio de la política y nos contó que:
Para candidatarme primero tuve que escuchar los pedidos
de las personas de mi comunidad para que yo fuera referente de mi partido.
Hasta ese momento no hubo problema, pero cuando se dio la victoria del PRLA en
Edelira, comenzaron los ataques del grupo adversario. Como no tenían de donde atacarme
por mi trabajo, su estrategia fue perjudicar mi reputación y mi familia.
Ese grupo adversario vio en mi “el miedo” de que
cualquier cosa me podría pasar, entonces decidieron “cortarme los brazos”. En
su momento no entendí que significaba eso, pero más adelante me deparé con los
conflictos internos con mi pareja porque surgieron calumnias que me vinculaban
afectivamente con el intendente. Le llegaron a decir que hace mucho tiempo “nos
entendíamos” y que él no se daba cuenta por tonto.
Es posible que estas calumnias
hayan surgido ante los rumores de que ella podría encabezar la lista para la
intendencia en 2020. Esto caló hondo en el ámbito de su familia, empezó a vivir
situaciones de violencia familiar, violencia psicológica y maltratos que ella
misma no entendía. Después de 23 años de
unión estable y cuatro hijos, la relación terminó. Ella afirma que parte de la
desestabilización de su familia fue por la violencia política que sufrió, a las
mujeres las atacan donde más les duele, y eso es sin duda el ámbito privado y
familiar.
Las mujeres que trascienden del
ámbito privado al público, y en este caso, en el campo político se enfrentan a una
violencia naturalizada que muchas veces no se las define como tal. En el caso de Berta y en el marco de lo
establecido por la ley nº 5.777 “De Protección integral a las mujeres, contra
toda forma de violencia”, la concejala ha sufrido la violencia contra su
dignidad que según lo que determina la ley es toda expresión verbal o escrita de ofensa o insulto que desacredita,
descalifica, desvaloriza, degrada o afecta la dignidad de las mujeres, así como
los mensajes públicos de autoridades, funcionarios o particulares que
justifiquen o promuevan la violencia hacia las mujeres o su discriminación en
cualquier ámbito.
Esto se corresponde como un orden
político que permea todas las estructuras sociales, culturales e
institucionales que ataca a las mujeres en las esferas de poder sin que ellas
logren, en muchos casos, defender su nombre y su rol.
Históricamente el campo de la
política ha sido un espacio de disputa entre hombres, es por eso que cuando las
mujeres entran en esas disputas esto puede costarles mucho en cuanto a su
descalificación personal, su integridad física y atemorizarla con amenazas
hacia ella y su familia.
A Berta se le desequilibró su
hogar, está pagando un precio muy alto por servir a la comunidad. ¿Podrá la
comunidad respetarla, valorar y reconocer su trabajo y superar los prejuicios
contra la figura de una mujer política?
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